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Chiapas es un estado de tierra fértil, donde se produce café, cacao, maíz, ganado, tabaco, azúcar, miel, frutas, madera, etc … Posiblemente, debido a su abundante naturaleza y riqueza en materias primas; como a la cultura ancestral de los pueblos indígenas con su medicina tradicional y chamánica, como al hecho de ser el epicentro de la lucha zapatista, sean razones que sitúen a Chiapas como; el corazón de México.
Mi profundo interés por las tradiciones chamánicas y los valores de los pueblos indígenas, me ha llevado a regresar a Chiapas en múltiples ocasiones, con la intención de inundarme de un conocimiento ancestral, a través de ceremonias, del aprendizaje sobre plantas medicinales y sus usos, como de sus costumbres y tradiciones. También aprendí a observar que los antiguos mecanismos de saqueo y despojo de colonizadores, se siguen perpetuando con actuales multinacionales y gobiernos corruptos. A pesar, de toda la riqueza que se extrae de este territorio como barriles de petróleo succionando a diario, o miles de litros de agua potable diarios para empresas como coca-cola, o materias primas llegando a distintos puertos mexicanos, como a Estados Unidos y países Europeos, o como la energía hidroeléctrica que abastece a la mitad del país y la inmensa tala de árboles para la explotación maderera; los beneficios para la población chiapaneca, son escasos. La expoliación que sufren, conlleva a una destrucción ecológica y a un despojo agrario que lo convierte en el estado más pobre y olvidado del gobierno de México en donde sólo un tercio de viviendas chiapanecas tienen luz eléctrica, más de la mitad del maíz producido va al mercado nacional, lo mismo con el cacao y otros productos. La mitad de los chiapanecos no tienen agua potable y dos tercios no tienen drenaje. En primaria, 72 de cada 100 niños no terminan el primer grado. La peor educación del país y la salud precaria de los chiapanecos es un claro ejemplo de la huella capitalista que vorazmente arrasa dejando escasamente nada a cambio.
La tradición y supervivencia de los distintos pueblos Mayas, los hace perseverar en sus artesanías, telares, cultivos y tradiciones. Con más de 15.000 plantas curativas que desarrollaron los Mayas, conservan un fuerte conocimiento en medicina tradicional. Entre los curanderos de Chiapas existen: los hierberos, hueseros, parteras, reseros y chamanes. Para cada enfermedad o síntoma existe alguna planta medicinal. También existen creencias muy antiguas que llevan a la práctica de enterrar placentas después de un parto bajo tierra, si es que desean que su próximo embarazo sea el de una niña o colgar la placenta de la copa de un árbol, si es que quieren que sea varón. El yerbero es conocedor de los
secretos de las plantas y tiene el conocimiento para la preparación de cada una. Las velas como las oraciones, tienen un papel importante en las distintas ceremonias de curaciones indígenas. Las enfermedades del alma se curan también con velas y rezos. El pulsador dice: – « Puedo abrirme paso al mundo invisible y enfrentarme a él para rescatar el alma del enfermo que está perdida y prisionera. El diagnóstico lo realizó por medio del pulso. Siento la corriente de sangre que va del corazón al cerebro, al pensamiento. Todo se sabe por la sangre y yo oigo su voz que me dice cual es el mal del enfermo… » Otra figura importante dentro del chamanismo, es el resero, que sube a los cinco puntos cardinales de la sierra para con sus rituales y rezos abrir el pasaje astral que le permita mover los hilos cósmicos que favorezcan la armonía en la tierra.
Cada viaje que he realizado a Chiapas, lo compararía con un gran salto cuántico en mi aprendizaje, crecimiento y poder personal al cual le estoy inmensa y profundamente agradecida al punto que espero algún día, poder como una conectora de orillas, contribuir a través de mis escritos y fotografías a una más amplia consciencia internacional de la grandísima riqueza en todos los ámbitos que Chiapas aporta al planeta, y del cual debería ser protegido, no solamente por el movimiento zapatista, pero internacionalmente como; símbolo de prosperidad, de conocimiento ancestral de los pueblos indígenas y protección a la tantísima biodiversidad y plantas medicinales que contiene.