Años antes de descubrir Real de 14, encontré unas fotografías de sus paisajes que despertaron en mí una profunda y misteriosa intriga de conocer algún día este lugar. En el penúltimo viaje que hice a México, encontré la oportunidad de llegar al estado de San Luís de Potosí. Después de un largo viaje en autobús y varios transbordos para finalmente dar con los jeeps que subían a la pequeña población de Real de 14 a 2.750 metros de altitud, llegué a esta mágica población.
Era la primera vez que a través de unas fotografías, percibía la indescriptible energía que de una forma desbordante me atrajeron a querer algún día viajar hasta allí.
Lo que aún no sabía era, que aquel lugar era uno de los cuatro puntos de peregrinación de los Wixaricas o Huicholes que llegaban a pié de los diferentes estados de alrededor, para subir al cerro del quemado, lugar en donde según sus creencias, nació el sol.
Una vez al año los Wixaricas de los estados de Nayarit, Jalisco y Durango se reúnen en el laberinto del cerro del quemado, para llevar a cabo la ceremonia del Peyotl, Hikuri o sagrado cactus del peyote.
La historia de Real de 14, también contiene una huella invasora de colonizadores que puede aún verse en las extensas ruinas del ´pueblo fantasma`. A 40 minutos a pié, más arriba de Real de 14, se encuentran entre nopales centenarios y un poblado en ruinas; hoyos profundos y larguísimos túneles de antiguas minas de plata en donde tantos perdieron sus vidas para extraer una riqueza destinada a la corona española.
Wirikuta, comprende la región que va desde el desierto hasta el cerro del quemado, territorio sagrado de la cultura indígena Wixárica. En el desierto recogen el peyote y en comunidad suben hasta el cerro del quemado para hacer rituales de conexión con sus ancestros y ofrendas a sus dioses.
Como es el caso de los hongos o ´santitos` sagrados de la sierra mazateca de Oaxaca; el peyote también se ha visto amenazado de extracción y venta furtiva para la explotación turística. Como explican los sabios y curanderos, es una gran falta de respeto consumir plantas sagradas con un único fin recreativo para sentir sus efectos alucinógenos. En la cultura Wixárica; el peyote es una planta sagrada que debe tomarse solamente como medicina sagrada y ceremonial.
Los Huicholes con sus creencias y cultura, pudieron sobrevivir a la conquista española, hoy su territorio está ´protegido` como sitio sagrado natural de la UNESCO. Aún así, hoy en día, deben seguir resistiendo para no perder su cultura nuevamente amenazada por expoliadores canadienses que pretender de nuevo reanudar actividades de minería excavando el territorio sagrado, lo cual supondría; no únicamente un terrible desastre ambiental, pero también un devastador impacto en la cultura ancestral de los Wixáricas.
Recorrí mucho a pié las montañas de alrededor de Real de 14, hablé con los pastores, caminé el laberinto del cerro del quemado, me perdí por el pueblo fantasma y quedando aislada entre una niebla espesa, sentí el dolor atrapado entre esas ruinas, canalizándolo en unos poemas a los que titulé ¨Minas de plata, minas de sangre”; desde entonces comencé a interesarme más profundamente en la cultura Huichol, sus creencias, sus rituales y en el impacto de la industria minera tanto en los pueblos indígenas, como en el medioambiente en las distintas partes de mundo, que deja miles de víctimas por crímenes impunes que violentamente responden a las acciones por la defensa de la ecología y su territorio.