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Los hititas , frigios, persas, selyúcidas, griegos, etc…, poblaron Kapadokya. También los primeros cristianos y anacoretas, que llegaron huyendo de persecuciones crueles; alcanzaron este umbral idílico para su búsqueda de conexión directa con lo supremo.
Llegué en luna llena, y por primera vez descubría la emblemática anatomía pétrea de aquel lugar. Caminando por el valle de las palomas que conecta el pueblo de Göreme con Uçhisar; la luna resplandecía sobre los infinitos rostros de un escultórico paisaje onírico. Su luz delineaba las magistrales y enigmáticas siluetas de enormes rocas que como grandes damas estelares, son, según cuentan las leyendas; hadas que tras enamorarse de un mortal, eran castigaba transformándose en rocas.
En la amplitud de aquel lugar me perdía por los senderos que circundan los cónicos y sinuosos riscos, a lo que se refieren como chimeneas de las hadas. Encontré tesoros de ermitas rupestres, símbolos y ocultos recónditos entre cavidades que te conducen a amplios habitáculos de mesas larguísimas y estrechas talladas en la misma roca, con asientos de piedra, y detalles esculpidos en las paredes de aquellas cuevas.
Ningún otro paisaje pétreo me ha inspirado tanto a fotografiar su infinito rostro… Dejándome guiar como por un hilo invisible que tiraba de mi alma exploradora, iba dirección hacia ningún otro rumbo que el de adentrarme en su misterio…